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Tiberio Julio César Augusto[1] (en latín: Tiberius Iulius Caesar Augustus; Roma, 16 de noviembre de 42 a. C.-Miseno, 16 de marzo de 37 d. C.) fue el segundo emperador romano, gobernando desde el 17 de septiembre del año 14 hasta su muerte.[2][3][4]
Era hijo de Tiberio Claudio Nerón y Livia Drusila, miembro por tanto de la gens Claudia. Su familia emparentó con la familia imperial cuando su madre se divorció de su padre y contrajo matrimonio con Octavio Augusto (39 a. C.). Tras este matrimonio, Tiberio se casó con la hija de Augusto, Julia la Mayor. Fue adoptado formalmente por Augusto el 26 de junio del año 4, entrando a formar parte de la gens Julia. Tras la adopción, se le concedieron poderes tribunicios por diez años.
Como tribuno, reorganizó de nuevo el ejército, reformando la ley militar y creando nuevas legiones. El tiempo en filas ascendió a veinte años, excepto para los pretorianos o guardia imperial, fijado en 16 años. Tras cumplir el tiempo de servicio, los soldados recibían una paga cuyo importe provenía de un impuesto del 5 % sobre las herencias. Posteriormente Tiberio se enemistó con el emperador Augusto, y se vio obligado a exiliarse en Rodas. Sin embargo, tras la muerte de los nietos mayores de Augusto y previsibles herederos del Imperio, Cayo César y Lucio Julio César, unidos al destierro por traición de su nieto menor, Agripa Póstumo, fue llamado por el emperador y nombrado sucesor. En el año 13 los poderes de Augusto y de Tiberio fueron prorrogados por diez años. Sin embargo, Augusto murió poco después (19 de agosto de 14), dejando a Tiberio como único heredero. Tras su entronización, todos los poderes fueron transferidos a Tiberio sin ningún plazo.
Tiberio fue en su juventud uno de los más grandes generales de Roma. En sus campañas en Panonia, Ilírico, Recia y Germania, sentó las bases de lo que posteriormente se convertiría en la frontera norte del Imperio. Sin embargo, se le llegó a recordar luego como un oscuro, recluido y sombrío gobernante, que realmente nunca quiso ser emperador; Plinio el Viejo lo llamó tristissimus hominum («el más triste de los hombres»).[5] Tras la muerte en el año 23 de su querido hijo y sucesor, Druso el Joven, la calidad de su gobierno declinó y su reinado terminó en terror. En el 26 Tiberio se autoexilió de Roma y dejó la administración en manos de sus dos prefectos pretorianos Sejano y Quinto Nevio Cordo Sutorio Macrón. En el 35, apuntó a Calígula y Tiberio Gemelo como sus sucesores.[6]